domingo, 16 de septiembre de 2018

Familias de usar y tirar

El 30 de junio de este año ha finalizado la colaboración entre la Fundación Rafa Nadal y la Fundación Aldeas Infantiles SOS; así que el programa socio-educativo «Integración y Deporte», por el que desde 2011 han pasado alrededor de unas quinientas familias en riesgo de exclusión social, ha llegado a su fin en Granada, Zaragoza y Sant Adrià de Besòs.

En estos siete años en Sant Adrià, el deporte siempre ha sido la herramienta principal para trabajar objetivos como el desarrollo personal, la socialización entre iguales, la mejora de la dinámica familiar y el aprendizaje de contenidos, valores y actitudes. Se ha dado trabajo a varios profesionales de la intervención social, así como a personal administrativo. También, hemos formado personal en prácticas y compartido momentos con gente que voluntariamente ha querido colaborar dando parte de su tiempo, entre los que se incluyen algunos jóvenes que antes fueron niños en el programa. En una zona tan compleja y degradada como la frontera entre Sant Adrià y el barrio badalonés de Sant Roc, nos hemos ganado el cariño de las familias y la consideración de Servicios Sociales, centros abiertos, institutos y colegios; todo ello, a pesar de sufrir los vaivenes de una organización que incumple las leyes laborales y la acomplejada dirección del centro, más pendiente de quedar por encima de los profesionales y propiciar cualquier charlatanería (Flores de Bach, Inteligencia Emocional, Inteligencias Múltiples...) en lugar de poner en marcha actuaciones que han demostrado su efectividad educativa.

¿Qué ha sucedido para que se cierre el programa? La Fundación Rafa Nadal ha decidido que ya ha aprendido lo suficiente y que se lo va a montar por su cuenta en Manacor. Por lo visto, Xisca y el resto de familiares y amiguetes de nuestro campeonísimo desconocen que esto de la intervención social no consiste en ilusionar y ofrecer oportunidades aquí y allá durante unos años, y luego, cuando ya me siento realizado, dejo plantados a críos y adultos.

¿En qué situación quedan las familias y los niños que asistían al programa? Aldeas Infantiles ha tomado la decisión de que continúen y por ello les ha incluido dentro del programa de Centro Abierto. Este hermoso gesto, sin embargo, ha venido acompañado poco después de un pedo de los que huelen pero no se oyen: se disminuirá la atención de cuatro a dos días por semana para cada grupo, estableciendo el tope de edad en 9 años y limitando el grupo de los pequeños a diez cuando antes era de veinte, siendo un solo educador quien se ocupe de «educarles» -antes éramos dos-. Eso ahora, porque dentro de un año, aquellas familias que no cumplan los requisitos establecidos en la normativa SIS, no podrán continuar inscritas. Es decir, que este año se va a ofertar una atención digna de una extraescolar cualquiera, mientras que el próximo se verán afectadas muchas familias.

¿Qué será de los profesionales? La noticia de la finalización de esta bonita amistad tuvo lugar a finales de junio. Se nos dijo que el Patronato de Aldeas Infantiles no quería desvinculaciones -nuevo término para denominar a los despidos-, pero que necesitaban tiempo para organizarlo todo y ver qué hacer con los tres profesionales del programa. A 14 de septiembre nadie sabe de manera concreta qué va a ser de su vida, aunque durante el mes de julio y la mitad de agosto, algunas personas han tenido que soportar el estilo Mr. Hyde de la directora del centro, creemos que para provocar una estampida voluntaria de profesionales.

¿Cómo va a terminar esto? Si nadie lo remedia, que es lo más probable y a no ser que todos los que mandan recapaciten, abandonen nuestro sector y se metan a monjes en algún monasterio tibetano, el centro abierto de Sant Adrià está abocado a la mediocridad y las familias a estancarse en programas caritativos -como el del Cistell Solidari-, sin que se lleve a cabo de manera adecuada un trabajo socioeducativo serio.

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