miércoles, 21 de junio de 2017

Todo el mundo sabe qué es lo mejor para los hijos de los demás

Ayer fue una pérdida de tiempo. La culpa es de esos aspirantes a contertulios que se dedican a hablar de educación sin tener puñetera idea; estos mamarrachos que no discuten de buena educación, sino de la mala, de la que carece de fundamento científico. Y por si no tuviéramos suficiente con la derecha ideológica, ahora nos sale la peña de izquierdas igual de «creativa» al respecto.

No vamos a extendernos en las chorradas que taponaron nuestros oídos la mañana del 20 de junio de 2017, pero sí vamos a intentar mediante preguntas, saber qué harías tú ante determinadas situaciones de carácter educativo. Porque tener criterio a la hora de decidir, supone que la infancia no vea condenado su futuro. Vamos con las cuestiones:

  • Si tuvieras un hijo, ¿cuánto de exigente serías con los profesionales que durante casi un cuarto de día se dedican a enseñarle?
  • Si tuvieras un hijo, ¿dejarías la responsabilidad de criarlo y educarlo en manos ajenas o crees que tú y tu entorno deben ser igual o más influyentes?
  • Si tuvieras un hijo, ¿te preocuparías y buscarías recursos si hescriviera komo hel kulo y no entendiera nada de lo que lee, o apostarías por cubrir las horas que está contigo haciendo manualidades para edades por debajo de su intelecto, sin corregir -por supuesto- ese cenicero que parece un botijo, no vaya a ser que su autoestima se vea afectada? 
  • Si tuvieras un hijo, ¿te gustaría que le sacaran de clase, que le apartaran de sus amistades y del contenido que le corresponde aprender, para enviarlo a un aula estigmatizada por adultos y niños, y cuyos contenidos son más simples que la vida de un pez?
  • Si tuvieras un hijo, ¿permitirías que en lugar de literatura, historia, lengua, filosofía, matemáticas, física, etc., se impartiera en sus clases «dinámicas» inventadas por un fulano, que no sabemos ni si funcionan o no, ni para qué?
  • Si tuvieras un hijo, ¿qué preferirías: historia del arte, a través de un recorrido teórico-práctico por el Arte Antiguo, el Islámico, el Románico y el Gótico, el Renacimiento, el Barroco, el Romanticismo, y un largo etc., o que el centro contrate a un mengano grafitero para hablarle al chaval del «arte» callejero, la escuela de la vida, el barrio y sus movidas, y un corto etc.?
  • Si tuvieras un hijo y le fuera mal en los estudios, ¿te gustaría que unos adultos con un criterio subjetivo determinaran su itinerario formativo, enviándole a un aparcamiento para niños llamado PFI, o tal vez que esos adultos, con tu participación, implementasen actuaciones de éxito educativo que consiguieran recuperar a tu crío para que pueda optar a la universidad, o donde le plazca, en igualdad de derechos y oportunidades?

Siempre que vayas a tomar decisiones sobre niños de otras familias, siente que ellos podrían ser los tuyos.



domingo, 11 de junio de 2017

Magia y brujería en la intervención social

Señoras y señores, hemos consultado al maestro Karamba, famoso vidente de nacimiento, y nos ha asegurado que con los niños lo mejor es darles un golpe seco en la nuca, untarles con crema de cacahuete, ponerlos entre dos panes sin gluten y comérnoslos en tres bocaos: con ello arreglaríamos los problemas de la infancia y la adolescencia en un santiamén.

¿Les parece una gilipollez? ¿Una gilipollez como un piano? Pues ustedes y nosotros hacemos algo muy parecido todos los días en el trabajo con población en riesgo. 

Constelaciones familiaresmindfulness, Jodorosky y la psicomagia, inteligencias múltiples, risoterapia, aromaterapia o flores de Bach, homeopatía, el Reiki, el librillo de cada maestrillo; no leer las investigaciones basadas en evidencias científicas pero sí la opinión de fulanito o zutanita en la Contra de la Vanguardia, en el libro de autoayuda aquel que estaba de oferta en La Central, o en la conferencia que organizó la empresa o la fundación o la asociación de turno, donde un señor afable con muchos años de experiencia y unos cuantos libros y artículos que jamás pasarán el corte en revistas de ámbito científico educativo, viene a recetarnos qué oscuras fuerzas inciden en las relaciones familiares y cual es su receta..., todo eso es lo que luego llevamos al campo de la intervención social. Y, claro, NO FUNCIONA.

Lo que funciona de verdad es lo que ha pasado un riguroso control científico, de gente seria, no la aprobación del cuñado de quien inventó determinada payasada mientras estaba cagando en el trono del rey Moisés.

En Aldeas Infantiles, de un tiempo a esta parte, se han puesto de moda las inteligencias múltiples. Comparten espacio pseudocientífico con un Marco Lógico mal planteado y de cuando reinaba Carolo III; también, con ese burdo intento de Francesc Torralba de meter la superchería en forma de espiritualidad, y con las «dinámicas» (en realidad son técnicas) emocionales, que sospechamos, porque aún no hemos comprendido su fundamento, se utilizan para que quienes cobran la miseria de la PIRMI, sufren violencia estructural, intrafamiliar, de género, falta de oportunidades laborales y de estudios, y un largo etcétera, hablen de sus «emociones»... Como si fuera esto lo prioritario y no superar esas desigualdades. 

Pero para que se superen las desigualdades hay que apostar por actuaciones que ya han demostrado su validez, porque logran avances independientemente de si la familia se apellida Vargas, Muñoz o Garriga. Un ejemplo de actuaciones de éxito, son las tertulias literarias dialógicas. Sus logros están ahí, pueden consultarlos.

Y, sin embargo, en muchas entidades se sigue apostando por algo que no posee evidencia alguna de que vaya a dar resultados. Así que, aquí estamos, en un sector que, además de actuar en general con excesiva cobardía e insolidaridad, lleva haciéndose las mismas preguntas desde hace décadas sin obtener avances: «¿Cómo podemos lograr que estén motivados para el estudio?», «¿Por qué ese comportamiento violento?», «¿Cuál es la causa de esta pérdida de valores?», «¿Es que las familias prefieren seguir como están o es que les da igual?», son las habituales que deberíamos tatuarnos en el brazo, de tanto que las repetimos.

Factores clave en nuestra intervención son las expectativas que tenemos en la gente con la que trabajamos y nuestra responsabilidad como profesionales para no limitar con nuestros fantasmas el futuro de una población ya castigada de por sí. Es decir, si no somos deportistas pero trabajamos con niños y sabemos que todos los estudios en la materia ofrecen datos que el deporte es imprescindible para un mejor desarrollo personal y social del individuo, tenemos que trasmitir la pasión por el deporte o, si no, reciclarnos en vendedores de naranjas. Y si no tenemos ni puñetera idea sobre cómo ayudar a alguien, tenemos que buscar información acudiendo a fuentes contrastadas, y ese tiempo tiene que constar como tiempo de trabajo. Seamos serios.


Cambien «maestro Karamba» por profesional de la Intervención Social y estarán ante su espejo.