Y QUÉ ES LA JUSTICIA
Los personajes se escapan de los libros y van a buscar al autor.
El clown se escapa de la pista y va a buscar al empresario; el hombre se escapa de la vida y va a encararse con los dioses. Porque hay un momento en que es preciso determinar bien nuestra posición en este mundo, como el marinero en el mar, y conocer adónde vamos. Tal vez nos hemos perdido. Sabemos que los dioses se duermen. Que a veces es necesario despertarles... y blasfemar si no responden.
Porque esto no puede ser eterno. Y hay que preguntar una vez... El clown, el hombre, tiene que preguntar una vez: Esta pantomima sangrienta y desgarrada, este truco monstruoso y despiadado que está aquí ahora en la picota del escarnio... ¿Para qué? ¿Qué significa? ¿Adónde vamos? ¿Adónde nos lleva todo esto? ¿A la justicia? Pero, ¿Qué es la justicia? ¿Existe la justicia? Si no existe, ¿para qué está aquí Don Quijote? Y si existe, ¿la justicia es esto? ¿Un truco de pista? ¿Un número de circo? ¿Un pim-pam-pum de feria? ¿Un vocablo gracioso para distraer a los hombres y a los dioses? Respondedme. Que me conteste alguien... ¿Qué es la justicia? Silencio... Silencio.
¡Otra vez el silencio!
Una última pregunta: ¿No hay estrellas lejanas? ¿El hombre no camina más allá de sus gusanos? ¿La gallina se come al gusano, yo me como a la gallina, y mi carne es la vianda del gusano? ¿La justicia no es más que este mecanismo? ¿No es más que este engranaje de noria? ¿Voracidad, voracidad organizada en una cadena sin fin? ¿Un puesto fijo en este carrusel de mandíbulas abiertas?... ¿Qué es la justicia?... ¿Nadie responde? ¿Ni una voz? ¿Ni un signo? ¿Qué es la justicia?
Cuando Don Quijote pronunció por primera vez la palabra justicia en el Campo de Montiel..., sonó en la llanura manchega una carcajada estrepitosa que ha venido rodando de siglo en siglo por la tierra, por el mar y por el viento hasta clavarse en la garganta de todos los hombres con una mueca cínica y metálica. ¡Ja, ja, ja! ¡Reíos todos! Que la justicia no es más que una risa grotesca. ¡Ja, ja, ja!
Pero el payaso se yergue y se vuelve contra el empresario, contra los hombres y los dioses gritando:
¡Basta!
¡Basta ya! ¡Basta ya de risas!
¡Que no se ría nadie! ¡Que no se ría nadie! Mi sangre de clown vale tanto como la sangre de los cristos. ¡Yo no soy un payaso! ¡Yo soy Prometeo! Vengo de la casta de los viejos redentores del mundo, y he dado mi sangre, no para hacer reír a los dioses y a los hombres sino para fecundar el yermo.
¿Entendéis ahora? Don Quijote es el poeta prometeico que se escapa de su crónica y entra en la Historia hecho símbolo y carne, vestido de payaso y gritando por todos los caminos: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!... Sólo la risa del mundo, abierta y rota como un trueno, le responde.
¡Oh, paradoja monstruosa! Todas las voces de la Tierra, zumbando en coro, haciendo rueda en los oídos de ese pobre payaso, del gran defensor de la justicia, con este estribillo de matraca:
¡No hay justicia!... ¡No hay justicia..., no hay justicia!... ¡Ja... ja... ja!
Yo no sé si es ésta la hora de que hablen los dioses... pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta... y el hombre tan vil...que el Poeta prometeico... el payaso de las bofetadas... se yergue... rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del Mundo dirigen los destinos del Hombre... y pide la palabra.
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