Se ha elegido el metro de Barcelona, por la cantidad de gente que utiliza este medio de transporte a diario y el impacto que tiene cualquier mensaje que se lance en sus vagones. Otro factor determinante ha sido la presencia de una publicidad engañosa por parte de Aldeas Infantiles en los andenes del metro, ya que donde aparece un pobrecito niño con cara de haber recibido un tortazo del fotógrafo, debieran aparecer las educadoras que todos los meses reciben, por el morro, menos sueldo.
Como curiosidad, los trabajadores y trabajadoras del metro de Barcelona están de movilizaciones para que se firme el nuevo convenio que sustituya el prorrogado desde 2008; algo parecido sucede en nuestro sector: el convenio lleva bloqueado desde 2011, aunque se está a la espera de observar algún signo vital entre los miles de profesionales que conforman la intervención social para solucionar esta pérdida de derechos.
Por cierto, que las acciones de denuncia pública contra Aldeas Infantiles van a continuar hasta que pague a las compañeras todo el dinero que las adeuda y las sitúe en la categoría que les corresponde, que es la de «diplomadas».
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