miércoles, 25 de enero de 2017
Un pequeño ejemplo de lucha para mejorar las condiciones de trabajo
Hace unos días -hoy es 25 de enero de 2017- se ha firmado el II Convenio Colectivo de Intervención Social de Gipuzkoa, tras dos años de negociaciones y movilizaciones. ¿Quiénes han firmado este convenio? ¿Tú, hablando a solas con el jefe? No, los sindicatos, es decir, los trabajadores organizados. En este caso, han sido ELA, CC.OO y LAB.
Las condiciones laborales pactadas, que afectan a «más de 2.000 personas que sacan adelante una parte importante de los servicios sociales guipuzcoanos», fijan la jornada anual tope en 1592 horas (en Cataluña, es de 1724 horas) sin flexibilidad horaria, que significa que la jornada semanal no puede ser de 48 horas una semana, y 28 la siguiente, sino que se establece la jornada semanal de 35 horas; 41 días de vacaciones (en Cataluña, 31), aumento de salario del 0,5% para el 2015, 0,5% para el 2016, 2,5% para el 2017 y entre el 2% y el 2,5% para el 2018, según el IPC (en Cataluña, desde el año 2011 no hay subida de sueldo, y en Aldeas Infantiles, la única vez que se ha aumentado el salario ha sido un impresionante 0,3%, en 2014). Otros derechos alcanzados son la mejora de los permisos parentales, la obligación de realizar planes de igualdad en empresas de 50 trabajadores, movilidad funcional y geográfica condicionada a la voluntariedad de las partes, y mejora de la indemnización por despido objetivo.
¿Se pueden lograr derechos luchando? Algunas personas se quejan de los sindicatos, diciendo una media verdad: «no nos solucionan los problemas». En el colegio debieran enseñarnos que los problemas de uno deben ser resueltos por uno con la ayuda de todos, y no exclusivamente por unos señores llamados delegados de personal o los comités de empresa.
Un sindicato tiene capacidad para presionar y hacer que cambien las leyes a mejor, cuando hay una masa de afiliados pero sobre todo militantes que respaldan las decisiones tomadas democráticamente o no por la organización. Si un trabajador va en solitario a reunirse con el jefe y le dice que quiere la jornada de 35 horas semanales, y el otro le responde que ni de coña, ¿de qué manera puede presionar para que la empresa negocie? Si una asamblea de trabajadores de un centro de trabajo, se reúne con el jefe y le plantea esa jornada de 35 horas semanales, y se da una negativa por parte de la empresa, la asamblea puede presionar a través del aviso de paros parciales o totales, por ejemplo, algo que supondría un problema grave a la entidad. Si además esa asamblea cuenta con el respaldo externo de uno o más organizaciones sindicales, se pueden plantear acciones que hagan entender a la empresa la necesidad de negociar con los trabajadores.
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